domingo, 17 de junio de 2007

Lo que escribi a mis alumnos. (Llamado a reflexionar por el Prof. Tomás Straka)


Muchos me han preguntado qué pienso, qué creo que se debe hacer ante esta situación...la marcha de hoy fue impresionante y, la verdad, lamenté, al verla, no haber ido: sentí que indistintamente de las diferencias, mis valores fundamentales estaban con los que marchaban. Pero no por eso no veo peligros, y al llamar a clases a mis alumnos alegué razones que quiero compartir con Uds.:

"Espero que estén bien en medio de los últimos acontecimientos. Apoyo y celebro que, además de estudiarla, estén también haciendo historia; pero del mismo modo advierto que, como decía Betancourt en momentos más o menos similares, "hay que prepararse para después de las barricadas"; y que tan significativos como las acciones de calle -del bando que sean- son los aportes que podamos dar produciendo conocimiento y debatiendo las realidades.

No es la primera vez que los estudiantes saltan sobre la sociedad con la antorcha de las más bellas promesas en sus manos. No es la primera vez que concitan las más altas ilusiones, con sus miradas limpias -la vida te enturbia los ojos- y la lozanía de la juventud. Nomás basta ver nuestra historia desde 1928, para saberlo. Aveces generan hitos ineludibles, pero en demasiados casos lo que queda son simplemente clases y oportunidades perdidas. En la UCAB, están viendo el inicio emocionante de esa historia; yo ya viví uno de sus finales posibles -y más comunes- en el Pedagógico y la UCV: a fuer de suspender clases por causas trascendentes, se diluyó y casi, en ocasiones, se mató la academia. El horror de ver aulas vacías o de ver en un récord de notas materias que te aprueban de cualquier modo, aunque las hayas visto sólo tres veces por las protestas, se justifica por muy pocas cosas y, la verdad, ni lo quiero volver a vivir ni lo permitiré, hasta donde esté en mis manos, en esta Casa de Estudios que quiero y me ha abierto tantas oportunidades. El movimiento estudiantil de 1968, por ejemplo, está entre las cosas más lamentables de nuestra historia universitaria. Su "Renovación" abrió heridas que aún no se remedian. Al final los profesores que querían dar clases y los estudiantes que querían recibirlas fundaron la Simón o se vinieron para acá: nomás comparemos las universidades "renovadas" de entonces con aquellas a las que migraron los académicos el día de hoy, y creo que todo está dicho.

Por el contrario, la gente del 28 y del 36 pudo hacer lo que hizo porque se esforzó en ser grandes sanitaristas, escritores, educadores, científicos, artistas; sólo así lograron sus revoluciones más perdurables. Hoy, los estudiantes, de nuevo en el centro de la escena nacional, están en la disyuntiva de seguir marchando hasta cansar a la sociedad y malbaratar el esfuerzo, incluso más allá del impresionante logro de este día; o de convertir lo andado en una propuesta coherente y de largo aliento.Pero para eso hay que proteger la academia.

Por eso hay clases el jueves. Y no sólo que las hay, sino que además, para recuperar las perdidas, iremos a marchas forzadas, en dos sesiones, con un pequeño receso, de 3 a seis de la tarde. Si por cualquier motivo la historia vuelve a requerirnos en la calle, según la conciencia de cada quien, podremos hacerlo; pero a cada clase perdida, una clase recuperada. Luchar y estudiar: recuerden que Uds. impresionan por estudiantes, no por simples marchistas, que eso, lo saben, puede serlo cualquiera: estudiantes, sólo los que estudian."

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