Por: Suzuky Margarita Gómez Castillo.
Existe
una estrecha relación entre la problemática ambiental y lo vinculado a lo
económico y a lo social. No obstante, tampoco se pueden establecer diferencias entre
las condiciones humanas y las condiciones ambientales derivadas del desarrollo,
ya que estas se encuentran unidas en el marco de acciones y relaciones sociales
que transgreden el ambiente como sistema natural, un ejemplo de esto lo
evidenciamos al estudiar los efectos del cambio climático sobre una determinada
población y si lo observamos con perspectiva de género podríamos establecer sus
efectos tanto en hombres como en mujeres.
De este modo, también existe
una teoría que plantea que la población mundial
afronta desde fines del siglo pasado un agotamiento en el modelo de
desarrollo distinguido por sus nefastos efectos en los diferentes sistemas así
como su carencia de equidad. En este orden, el Instituto Nacional de las
Mujeres (2016) contempla:
Las desigualdades
sociales, y en particular las producidas por las asimetrías de género, ya no se
consideran simples secuelas o fallas de las políticas de desarrollo que sólo
requieren atención secundaria, sino parte de las causas estructurales de la
pobreza y del reparto inequitativo de la riqueza, además de un obstáculo para
la construcción de esquemas de producción y consumo tendientes a lograr una
vida digna y sustentable para las mujeres y los hombres de nuestro país. (p. 3).
Como
resultado, se hace necesario migrar hacia un nuevo modelo de desarrollo más
justo, y por consiguiente hacia nuevos constructos soportados en la sustentabilidad, la equidad
y la igualdad. El concepto de sustentabilidad ha evolucionado desde su concepción
primaria en el contexto biológico-físico hasta el presente que incluye el
ineludible equilibrio entre los aspectos ambientales, económicos, políticos,
sociales y culturales, que dé respuesta a un enfoque sistémico y
multidimensional del desarrollo, en el cual la protección intergeneracional, la
igualdad, la equidad y las medidas sostenibles a largo plazo se destaquen como
elementos imprescindibles.
En
este artículo se analizan los cambios ocurridos en este constructo y los
principios en torno al mismo, así como las diferencias que emergen de parte de
los diferentes actores y grupos sociales, principalmente en lo concerniente a
las acciones y decisiones indispensables para alcanzar el desarrollo
sustentable. En este sentido, es importante conocer los mecanismos de
participación que se adjudica a los diferentes grupos y sectores de mujeres en
relación con el desarrollo ya que esto brinda preeminencia a la triada relación
de género, ambiente y sustentabilidad. En este tenor, vea el siguiente gráfico .
Como
se puede observar en el gráfico, en el transcurso del proceso de costrucción dela indagación, las mujeres son identificadas como un poder que históricamente
ha contribuido a conducir de una manera más proporcionada acciones favorables
para el ambiente, pero que a su vez demandan una mejora en su calidad de vida,
la prevención de acciones violentas en su contra y nuevas medidas que inviten a optimizar la equidad social. Esto
se corrobora en los múltiples escritos, declaraciones y planes de acción
resultado de los encuentros internacionales
ocurridos en años recientes. En relación a lo ya planteado, revisamos la
Declaración de Ahmedabad producto de la Cuarta Conferencia Internacional de
Educación Ambiental (2007):
La producción y consumo humanos
cada vez mayores están rápidamente socavando los sistemas de soporte de vida de
la tierra y el potencial para que toda prospere. Las suposiciones de lo que
acerca de lo que constituye una calidad de vida aceptable para algunos, la
mayoría de las veces significa privación para otros. La brecha entre ricos y
pobres se está ensanchando. La crisis climática, la pérdida de biodiversidad,
el incremento en los riesgos para la salud y la pobreza son indicadores de modelos
de desarrollo y estilos de vida insostenibles. Existen modelos y visiones para
un futuro sostenible y se necesita acción urgente para convertirlos en
realidad. Los derechos humanos, la equidad de género, la justicia social y un
medio ambiente saludable deben convertirse en imperativos globales. La
Educación para el Desarrollo Sostenible es esencial para que esta
transformación ocurra. (p. 1)
A
pesar de que la vinculación mujeres,
relaciones de género y ambiente se ha constituido en una trama interesante y de
análisis emergente, es factible identificar las diferentes líneas teóricas de
este contexto. Esto apertura la posibilidad de crear estrategias y promover
políticas públicas (sustentables), así como también se pueden generar
materiales que inviten a resarcir y evitar el daño ambiental y, asimismo, se
estimule una mayor equidad entre los
diversos integrantes de la sociedad, debe exhortarse a una mayor comprensión en
la relación entre hombres y mujeres y su
relación con el ambiente, sobre
el sistema de género, las transformaciones ambientales y su impacto, en
el contexto de las realidades institucionales, locales o regionales.
Referencias:
Referencias:
Instituto Nacional de las Mujeres.
(2016). Relación entre el género y
el medio ambiente. [Página en
línea] Disponible en http://www.gob.mx/inmujeres/acciones-y-programas/mujer-y-medio-ambiente [Consulta: Julio 1, 2016]
Cuarta Conferencia Internacional en Educación
Ambiental. Declaración de Ahmedabad 2007:
Una llamada a la Acción. [Documento en línea] Disponible en: http://portal.unesco.org/geography/es/ev.php-URL_ID=9451&URL_DO=DO_TOPIC
&URL_SECTION=201.html [Consulta: 2015, Febrero 11].
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