miércoles, 26 de septiembre de 2007

El Cuatricentenario de Barquisimeto: Fiesta de Cemento, Nacionalismo y Religión


Los actos que nos dejaron más que El Obelisco
Por: Lic. Natalia Galviz Catarí


Sumario:
Este viernes 14 de septiembre se cumplirán 55 años de la celebración del IV Centenario de Barquisimeto, un momento histórico que transformó la ciudad a través de una fiesta cívico-religiosa, la cual sirvió para instalar en sus calles grandes obras arquitectónicas y una carga simbólica que se mantienen en la memoria de sus habitantes
Gran parte de la trama urbana del Barquisimeto que vemos hoy se dibujó en la década de los cincuenta bajo la estampa del Nuevo Ideal Nacional, el proyecto de Estado que planificó el General Marcos Pérez Jiménez y su ideólogo Laureano Vallenilla Lanz (hijo).
Pero no sólo aquella época nos dejó esas grandes estructuras como el Edificio Nacional, el Hospital Central “Antonio María Pineda”, el liceo “Gualdrón”, el Monumento El Obelisco y alrededor de 30 obras más, también quedó anclado en el imaginario de esas generaciones y la nuestra una cantidad de símbolos que nos identifican con la nacionalidad venezolana.
En la investigación titulada “Fiesta y Nación: el Cuatricentenario de Barquisimeto y el Nuevo Ideal Nacional (1948-1958)”, ajustada a la línea de investigación de Historia Social de la Cultura, Redes Sociales y Mentalidades que ofrece el Programa de Maestría e Historia que coordina la UPEL-UCLA, trabajamos en reconstruir esta celebración acaecida en el mes de septiembre de 1952.
La exaltación al culto bolivariano, la devoción mariana al coronarse la Virgen de Coromoto el 12 de septiembre en Guanare y ser traída a Barquisimeto el día 13 para la fiesta, la exhibición de nuestro folklore, los ciclos de conferencias relacionados con nuestra venezolaneidad coordinados por personajes como Casta j. Riera, las ediciones especiales de grandes autores venezolanos para la ocasión, la exposición industrial (Feria Exposición de Barquisimeto) en la cual se proyectaba las fortalezas económicas del país, buscaban representar una comunidad imaginada, como lo destaca el Dr. Reinaldo Rojas, dentro del Estado-nación que gestaban los precursores del Nuevo Ideal Nacional.
Partiendo de ese conjunto de ideas relacionadas con la integración nacional, esta fiesta cívico-religiosa sirvió como un gran escenario para plantear la cohesión social y la construcción de un Estado-nacional.
Por ejemplo, la aparente lectura que le pudiéramos dar al Monumento El Obelisco, construido para conmemorar a la ciudad, esta directamente vinculada con el ideal del cemento que se manejó como bandera del proyecto planteado por los hombres de armas. Fue muy reiterativo escuchar en los discursos del General Marcos Pérez Jiménez: “Vamos a colocar la libertad sobre bloques de concreto y un montón de libros. Seremos una nación admirada y respetada por todos”.
Al respecto la profesora de la Universidad del Zulia, Belín Vásquez, asegura que “el imaginario de la nación tiene su centro en el sistema educativo”. Nos atrevemos a decir que las danzas tradicionales venezolanas (que algunas veces se bailan en las escuelas ya que han sido sustituidas por bailes modernos y de otras naciones) fueron conocidas a partir de los años cincuenta por los venezolanos. Con la celebración de la “Fiesta de la Tradición” en el Nuevo Circo de Caracas en 1948, organizada por Juan Liscano, los orientales observaron el Tamunangue o sones de Negro de Lara, los guaros apreciaron los tambores de Barlovento y los rituales de los indígenas de la Goajira. Por primera vez nos vimos como una nación rica en tradiciones e integrada, formando así un imaginario nacional.
Volviendo al tema que nos ocupa, si centramos la mirada en Barquisimeto de 1952 se consiguen más detalles que ayudan a comprender este momento histórico. Resulta oportuno destacar que el 14 de Septiembre fue la fecha concertada por las autoridades de la Academia Nacional de la Historia luego de las gestiones que hiciera el gobernador de Lara, Carlos Felice Cardot, individuo de número de la mencionada academia y del Centro de Historia Larense.
Los académicos eligieron esa fecha por celebrarse los 400 años de la repartición de las encomiendas entre los vecinos de Nueva Segovia de Barquisimeto. Como se comprenderá, el 14 de septiembre no es la fecha de la fundación, ya que la data del establecimiento según los documentos, aseguran que pudo haber sido en mayo de 1552, sin embargo, no se tiene hasta ahora una día exacto, según lo explica el material hemorográfico, así como la Guía Económica y Social del Estado Lara, editada para la ocasión.
El historiador marxista británico Eric Hobsbawn en su obra “La Invención de la Tradición” expone que las tradiciones tienen una carga simbólica y de significados que son sólo entendidas por un pueblo, que están cargadas de emocionalidad y que tienen sus estatutos y objetivos. En fin, las tradiciones manejan relaciones de poder y están entrelazadas con los sucesos que los ciudadanos llevan en su memoria histórica que pasa de generación en generación, teniendo una carga de afecto. Estas usanzas unen a un pueblo, alimentan el nacionalismo y sus símbolos que en consecuencia son: “ejercicios de ingeniería social”.
Para el caso que estudiamos, lo anterior calza perfectamente con los objetivos de los actos conmemorativos. Además, se debe acotar que en Septiembre de 1952, la situación política nacional se basaba en el desarrollo de una campaña electoral (culminada en noviembre de ese año) para elegir los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, cuya función principal sería elegir un presidente provisional en un plazo de 40 días y redactar la nueva constitución. Para el momento de la conmemoración se mantenía en el poder la Junta de Gobierno constituida por el Dr. Germán Suárez Flamerich (Presidente), el Coronel Marcos Pérez Jiménez (Ministro de la Defensa y hombre fuerte del movimiento) y el coronel Luis Felipe Llovera Páez (Ministro de Relaciones Interiores).
Cabe destacar que todo este programa de país germinado del seno de las Fuerzas Armadas, tenía como base una nueva ideología: el nacionalismo militarista. Al respecto, el historiador Rafael Cartay mantiene que los militares mantuvieron su incursión en la política a principios y mediados del siglo XX dando cuerpo a lo que posteriormente se llamó “militarismo desarrollista”, el cual en opinión de este investigador fue: “una variante del nacionalismo militar que llegó al extremo de desplazar del poder importantes movimientos populares inspirados en líderes civiles”.
Este panorama no sólo se presentó en nuestro país. El periodo pérezjimenista formaba parte de una red de gobiernos dictatoriales que se habían implantado en Latinoamérica, conocida como la “Internacional de las Espadas”, pues la situación que se dio en Venezuela se repitió en otros países de la región como producto de las políticas norteamericanas que buscaban en bloque la lucha anticomunista y el fortalecimiento de la Guerra Fría, de acuerdo con el historiador Freddy Rincón Noriega.
A raíz de este momento histórico, Venezuela experimentó una serie de transformaciones como el crecimiento de sus ciudades, sus modificaciones urbanas y éxodo de sus nuevos habitantes quienes abandonaron las zonas rurales porque la actividad agrícola agonizaba ante la creciente renta petrolera.
Asimismo, esta investigación pretende destacar la participación de “una elite alterna” que fue decisiva para el desarrollo de la ciudad, la cual se conformó a partir de los años cuarenta, según la investigación efectuada por el historiador Francisco (Larry) Camacho titulada: “Redes sociales, elites y poder político en el estado Lara: El Club del Comercio de Barquisimeto 1936-1958”, Tesis de Maestría que es producto del Programa de Maestría en Historia UCLA-UPEL (2005) y que próximamente será editada por la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”.
Muchos de estos integrantes de la elite alterna, grupo social que no tenía linaje con las familias acaudaladas, pero destacaron su apellido al conseguir una prosperidad económica, trabajaron en la junta Pro-cuatricentenario, organización encargada de preparar la referida fiesta. Un representante de la Iglesia fue el presidente: Moseñor Críspulo Benítez Fonturvel, obispo de la Diócesis de Barquisimeto. Junto a él organizaron la festividad Antonio Pineda Castillo (miembro de la Junta Directiva del Concejo Municipal), el Dr. Virgilio Torrealba (profesor y escritor), el industrial y comerciante Eduardo Loeb, quien fundo la primera fábrica metal-mecánica en Barquisimeto, Miguel Antonio Guerra Falcón, Cruz Duque (uno de los primeros industriales del país, dueño de la Galletera El Ávila), Marcial Garmendia (quien fue Jefe Civil), Carlos Guillén, Ramón Pérez y Eligio Macias Mujica (secretario de la Junta y periodista del diario El Impulso) . Podemos decir que algunos de los señores mencionados pertenecieron al Club del Comercio, Leones, Centro Social el Country Club.
Asimismo, el Dr. Carlos Felice Cardot y Esteban Agudo Freítez, presidentes del estado Lara entre 1948 y 1952, formaban parte de la junta como miembros honorarios, estableciéndose un enlace directo con Miraflores. De estos dos personajes se expresa que su vocación no era la política, sino la vida intelectual, el trabajo de cultivar el pensamiento para ser mejores.
En opinión de los entrevistados como Esteban Rivas Marchena, Milagro Camejo Octavio y su eterna amiga Yolanda Camacho, el liderazgo de los cincuenta tenía como hilo conductor el amor por la ciudad, se caracterizaban por ser personas muy honestas. Eran soñadores del progreso, que colaboraban con cualquier gobierno si en definitiva la ganadora era Barquisimeto.
En esa Venezuela se hicieron gestiones importantes para instalar el progreso. Ellos lucharon por el progreso, una consigna gritaba por los intelectuales venezolanos positivista de finales del siglo XIX y por los pensadores que escribieron cómo rehacer el país, tras la muerte de Juan Vicente Gómez.
Nos quedan demasiadas ideas por expresar sobre este amplio tema. La fiesta cuatricentenaria tejió un imaginario de cemento, fiesta cívica y religión que hoy va más allá de observar El Obelisco. Los cincuenta nos dejó una Patrona Nacional: la Virgen de Coromoto, una impresión de la nacionalidad que tiene como centro al Libertador Simón Bolívar, una cantidad de edificaciones urbanas que en Barquisimeto no han sido declaradas como Patrimonio, además de una serie de ideas sobre la modernidad que tenían un inconfundible aire norteamericano.

Lic. Natalia Galvis Catarí
taya009@hotmail.com


1 comentario:

Blanca De Lima dijo...

Muy interesante texto, colega Natalia. Le he escrito a su correo electrónico para ver si tiene alguna información sobre Raúl Senior, quien fuera comerciante coriano establecido en Barquisimeto desde 1929 y propietario de la Casa Senior. Raúl Senior fue presidente de Club del Comercio y del Centro Social, estoy ubicando la lista de quienes fueron presidentes de esas instituciones sociales barquisimetanas y sus años de gestión. Si tiene alguna información sobre esto le agradezco me lo haga saber. A su orden desde mi blog clio-blanca.blogspot.com