viernes, 28 de septiembre de 2007

Con el Gran Asnaldo Ávila


Por: Prof. Tomás Straka


Amigos:
Cada 24 de junio los caraqueños recordamos a Gardel y a San Juan.


La trágica muerte del Morocho en Medellín, justo después de haber escenificado el primer acto mediático de masas en nuestro país, dejó una impresión tal, que a setenta y tantos años no la hemos podido superar.

Tanto que ya institucionalizamos el rito: en Caño Amarillo, por donde llegó; en la Pza. Gardel de la UD-5, en Caricuao; y en el viejo Club del Telefonista en La Pastora.

Hace una década, cuando comenzamos a ir a la Calle Carlos Gardel, junto en frente de la estación del ferrocarril de La Guaira en Caño Amarillo (hoy las instalaciones gerenciales del Metro), aún quedaban algunos viejitos que, siendo muchachos, lo vieron llegar por ahí. Ya se han ido muriendo, pero ha pasado de generación en generación su fervor gardeliano.

En el bar de enfrente, "El Gardeliano", hay una rocola con tangos; en la plaza -antes- y ahora frente a la Villa Santa Inés, se monta una tarima y se recuerdan las canciones que ya no se podrán olvidar. Comemos pinchos, bebemos buenas cantidades de cerveza y, a veces, de ron (porque...¿de qué otra forma se canta "Tomo y Obligo"?). Cada año hay una anécdota distinta. Cada año una nueva amistad. Generalmente se recala, al final de la tarde, en algún buen sitio por El Silencio.

En la foto que les mando, aparecemos, de izquierda a derecha: yo, con una taparita de ron, como corresponde envuelta en periódico; el gran Asnaldo Ávila, quien sigue deleitándonos con sus tangos y no deja de peinarse como el Morocho; el inefable Monge, alias "Latino"; y Alexander. Modesto no sale porque fue el que la tomó. Virgilio, que tiene una guesa agenda social, acababa de irse. El Poeta andaba en su Sandocan-Consulting.

No es solo una foto para nuestro recuerdo: es una foto para la historia.

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