viernes, 28 de septiembre de 2007

Discurso de Gabo en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española

Tomado en http://www.congresodelalengua.gov.co/
Foto:Carlos Mario Lema


CARTAGENA DE INDIAS, 26 DE MARZO DE 2007.

DISCURSO DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ EN SU HOMENAJE EN CARTAGENA DURANTE LA JORNADA INAUGURAL DEL IV CONGRESO INTERNACIONAL DE LA LENGUA ESPAÑOLA:


"Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía Cien Años de Soledad, llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura. Hoy las academias de la lengua lo hacen con un gesto hacia una novela que ha pasado ante los ojos de cincuenta veces un millón de lectores, y hacia un artesano, insomne como yo, que no sale de su sorpresa por todo lo que le ha sucedido. Pero no se trata ni puede tratarse de un reconocimiento a un escritor. Este milagro es la demostración irrefutable de que hay una cantidad enorme de personas dispuestas a leer historias en lengua castellana, y por lo tanto un millón de ejemplares de Cien Años de Soledad no son un millón de homenajes al escritor que hoy recibe, sonrojado, el primer libro de este tiraje descomunal. Es la demostración de que hay millones de lectores de textos en lengua castellana esperando, hambrientos, de este alimento. No sé a qué horas sucedió todo. Sólo sé que desde que tenía 17 años y hasta la mañana de hoy, no he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado, para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador, con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie, que le haga más feliz la vida a un lector inexistente. En mi rutina de escribir, nada he cambiado desde entonces. Nunca he visto nada distinto que mis dos dedos índices golpeando, una a una y a un buen ritmo, las 28 letras del alfabeto inmodificado que he tenido ante mis ojos durante estos setenta y pico de años. Hoy me tocó levantar la cabeza para asistir a este homenaje, que agradezco, y no puedo hacer otra cosa que detenerme a pensar qué es lo que me ha sucedido. Lo que veo es que el lector inexistente de mi página en blanco, es hoy una descomunal muchedumbre, hambrienta de lectura, de textos en lengua castellana. Los lectores de Cien Años de Soledad son hoy una comunidad que si viviera en un mismo pedazo de tierra, sería uno de los veinte países más poblados del mundo. No se trata de una afirmación jactanciosa. Al contrario, quiero apenas mostrar que ahí está una gigantesca cantidad de personas que han demostrado con su hábito de lectura que tienen un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano. El desafío es para todos los escritores, todos los poetas, narradores y educadores de nuestra lengua, para alimentar esa sed y multiplicar esta muchedumbre, verdadera razón de ser de nuestro oficio y, por supuesto, de nosotros mismos. A mis 38 años y ya con cuatro libros publicados desde mis 20 años, me senté ante la máquina de escribir y empecé: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". No tenía la menor idea del significado ni del origen de esa frase ni hacia dónde debía conducirme. Lo que hoy sé es que no dejé de escribir ni un solo día durante 18 meses, hasta que terminé el libro. Parecerá mentira, pero uno de mis problemas más apremiantes era el papel para la máquina de escribir. Tenía la mala educación de creer que los errores de mecanografía, de lenguaje o de gramática, eran en realidad errores de creación, y cada vez que los detectaba rompía la hoja y la tiraba al canasto de la basura para empezar de nuevo. Con el ritmo que había adquirido en un año de práctica, calculé que me costaría unos seis meses de mañanas diarias para terminar. Esperanza Araiza, la inolvidable Pera, era una mecanógrafa de poetas y cineastas que había pasado en limpio grandes obras de escritores mexicanos, entre ellos "La región más transparente", de Carlos Fuentes; "Pedro Páramo", de Juan Rulfo, y varios guiones originales de don Luis Buñuel. Cuando le propuse que me sacara en limpio la versión final, la novela era un borrador acribillado de remiendos, primero en tinta negra y después en tinta roja, para evitar confusiones. Pero eso no era nada para una mujer acostumbrada a todo en una jaula de locos. Pocos años después, Pera me confesó que cuando llevaba a su casa la última versión corregida por mí, resbaló al bajarse del autobús, con un aguacero diluvial, y las cuartillas quedaron flotando en el cenegal de la calle. Las recogió, empapadas y casi ilegibles, con la ayuda de otros pasajeros, y las secó en su casa, hoja por hoja, con una plancha de ropa. Lo que podía ser motivo de otro libro mejor, sería cómo sobrevivimos Mercedes y yo, con nuestros dos hijos, durante ese tiempo en que no gané ningún centavo por ninguna parte. Ni siquiera sé cómo hizo Mercedes durante esos meses para que no faltara ni un día la comida en la casa. Habíamos resistido a la tentación de los préstamos con interés, hasta que nos amarramos el corazón y emprendimos nuestras primeras incursiones al Monte de Piedad. Después de los alivios efímeros con ciertas cosas menudas, hubo que apelar a las joyas que Mercedes había recibido de sus familiares a través de los años. El experto las examinó con un rigor de cirujano, pasó y revisó con su ojo mágico los diamantes de los aretes, las esmeraldas del collar, los rubíes de las sortijas, y al final nos los devolvió con una larga verónica de novillero: "Todo esto es puro vidrio". En los momentos de dificultades mayores, Mercedes hizo sus cuentas astrales y le dijo a su paciente casero, sin el mínimo temblor en la voz: "Podemos pagarle todo junto dentro de seis meses". "Perdone señora –le contestó el propietario–, ¿se da cuenta de que entonces será una suma enorme?". "Me doy cuenta –dijo Mercedes, impasible–, pero entonces lo tendremos todo resuelto, esté tranquilo". Al buen licenciado, que era un alto funcionario del Estado y uno de los hombres más elegantes y pacientes que habíamos conocido, tampoco le tembló la voz para contestar: "Muy bien, señora, con su palabra me basta". Y sacó sus cuentas mortales: "La espero el 7 de setiembre (sic)". Por fin, a principios de agosto de 1966, Mercedes y yo fuimos a la oficina de correos de la ciudad de México, para enviar a Buenos Aires la versión terminada de Cien Años de Soledad, un paquete de 590 cuartillas escritas a máquina, a doble espacio y en papel ordinario y dirigidas a Francisco Porrúa, director literario de la editorial Suramericana. El empleado del correo puso el paquete en la balanza, hizo sus cálculos mentales y dijo: "Son 82 pesos". Mercedes contó los billetes y las monedas sueltas que le quedaban en la cartera, y se enfrentó a la realidad: "Sólo tenemos 53". Abrimos el paquete, lo dividimos en dos partes iguales y mandamos una a Buenos Aires, sin preguntar siquiera cómo íbamos a conseguir el dinero para mandar el resto. Sólo después caímos en la cuenta de que no habíamos mandado la primera sino la última parte. Pero antes de que consiguiéramos el dinero para mandarla, ya Paco Porrúa, nuestro hombre en la editorial Suramericana, ansioso de leer la primera mitad del libro, nos anticipó dinero para que pudiéramos enviarla. Fue así como volvimos a nacer en nuestra vida de hoy. Muchas gracias".

Con el Gran Asnaldo Ávila


Por: Prof. Tomás Straka


Amigos:
Cada 24 de junio los caraqueños recordamos a Gardel y a San Juan.


La trágica muerte del Morocho en Medellín, justo después de haber escenificado el primer acto mediático de masas en nuestro país, dejó una impresión tal, que a setenta y tantos años no la hemos podido superar.

Tanto que ya institucionalizamos el rito: en Caño Amarillo, por donde llegó; en la Pza. Gardel de la UD-5, en Caricuao; y en el viejo Club del Telefonista en La Pastora.

Hace una década, cuando comenzamos a ir a la Calle Carlos Gardel, junto en frente de la estación del ferrocarril de La Guaira en Caño Amarillo (hoy las instalaciones gerenciales del Metro), aún quedaban algunos viejitos que, siendo muchachos, lo vieron llegar por ahí. Ya se han ido muriendo, pero ha pasado de generación en generación su fervor gardeliano.

En el bar de enfrente, "El Gardeliano", hay una rocola con tangos; en la plaza -antes- y ahora frente a la Villa Santa Inés, se monta una tarima y se recuerdan las canciones que ya no se podrán olvidar. Comemos pinchos, bebemos buenas cantidades de cerveza y, a veces, de ron (porque...¿de qué otra forma se canta "Tomo y Obligo"?). Cada año hay una anécdota distinta. Cada año una nueva amistad. Generalmente se recala, al final de la tarde, en algún buen sitio por El Silencio.

En la foto que les mando, aparecemos, de izquierda a derecha: yo, con una taparita de ron, como corresponde envuelta en periódico; el gran Asnaldo Ávila, quien sigue deleitándonos con sus tangos y no deja de peinarse como el Morocho; el inefable Monge, alias "Latino"; y Alexander. Modesto no sale porque fue el que la tomó. Virgilio, que tiene una guesa agenda social, acababa de irse. El Poeta andaba en su Sandocan-Consulting.

No es solo una foto para nuestro recuerdo: es una foto para la historia.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

El Cuatricentenario de Barquisimeto: Fiesta de Cemento, Nacionalismo y Religión


Los actos que nos dejaron más que El Obelisco
Por: Lic. Natalia Galviz Catarí


Sumario:
Este viernes 14 de septiembre se cumplirán 55 años de la celebración del IV Centenario de Barquisimeto, un momento histórico que transformó la ciudad a través de una fiesta cívico-religiosa, la cual sirvió para instalar en sus calles grandes obras arquitectónicas y una carga simbólica que se mantienen en la memoria de sus habitantes
Gran parte de la trama urbana del Barquisimeto que vemos hoy se dibujó en la década de los cincuenta bajo la estampa del Nuevo Ideal Nacional, el proyecto de Estado que planificó el General Marcos Pérez Jiménez y su ideólogo Laureano Vallenilla Lanz (hijo).
Pero no sólo aquella época nos dejó esas grandes estructuras como el Edificio Nacional, el Hospital Central “Antonio María Pineda”, el liceo “Gualdrón”, el Monumento El Obelisco y alrededor de 30 obras más, también quedó anclado en el imaginario de esas generaciones y la nuestra una cantidad de símbolos que nos identifican con la nacionalidad venezolana.
En la investigación titulada “Fiesta y Nación: el Cuatricentenario de Barquisimeto y el Nuevo Ideal Nacional (1948-1958)”, ajustada a la línea de investigación de Historia Social de la Cultura, Redes Sociales y Mentalidades que ofrece el Programa de Maestría e Historia que coordina la UPEL-UCLA, trabajamos en reconstruir esta celebración acaecida en el mes de septiembre de 1952.
La exaltación al culto bolivariano, la devoción mariana al coronarse la Virgen de Coromoto el 12 de septiembre en Guanare y ser traída a Barquisimeto el día 13 para la fiesta, la exhibición de nuestro folklore, los ciclos de conferencias relacionados con nuestra venezolaneidad coordinados por personajes como Casta j. Riera, las ediciones especiales de grandes autores venezolanos para la ocasión, la exposición industrial (Feria Exposición de Barquisimeto) en la cual se proyectaba las fortalezas económicas del país, buscaban representar una comunidad imaginada, como lo destaca el Dr. Reinaldo Rojas, dentro del Estado-nación que gestaban los precursores del Nuevo Ideal Nacional.
Partiendo de ese conjunto de ideas relacionadas con la integración nacional, esta fiesta cívico-religiosa sirvió como un gran escenario para plantear la cohesión social y la construcción de un Estado-nacional.
Por ejemplo, la aparente lectura que le pudiéramos dar al Monumento El Obelisco, construido para conmemorar a la ciudad, esta directamente vinculada con el ideal del cemento que se manejó como bandera del proyecto planteado por los hombres de armas. Fue muy reiterativo escuchar en los discursos del General Marcos Pérez Jiménez: “Vamos a colocar la libertad sobre bloques de concreto y un montón de libros. Seremos una nación admirada y respetada por todos”.
Al respecto la profesora de la Universidad del Zulia, Belín Vásquez, asegura que “el imaginario de la nación tiene su centro en el sistema educativo”. Nos atrevemos a decir que las danzas tradicionales venezolanas (que algunas veces se bailan en las escuelas ya que han sido sustituidas por bailes modernos y de otras naciones) fueron conocidas a partir de los años cincuenta por los venezolanos. Con la celebración de la “Fiesta de la Tradición” en el Nuevo Circo de Caracas en 1948, organizada por Juan Liscano, los orientales observaron el Tamunangue o sones de Negro de Lara, los guaros apreciaron los tambores de Barlovento y los rituales de los indígenas de la Goajira. Por primera vez nos vimos como una nación rica en tradiciones e integrada, formando así un imaginario nacional.
Volviendo al tema que nos ocupa, si centramos la mirada en Barquisimeto de 1952 se consiguen más detalles que ayudan a comprender este momento histórico. Resulta oportuno destacar que el 14 de Septiembre fue la fecha concertada por las autoridades de la Academia Nacional de la Historia luego de las gestiones que hiciera el gobernador de Lara, Carlos Felice Cardot, individuo de número de la mencionada academia y del Centro de Historia Larense.
Los académicos eligieron esa fecha por celebrarse los 400 años de la repartición de las encomiendas entre los vecinos de Nueva Segovia de Barquisimeto. Como se comprenderá, el 14 de septiembre no es la fecha de la fundación, ya que la data del establecimiento según los documentos, aseguran que pudo haber sido en mayo de 1552, sin embargo, no se tiene hasta ahora una día exacto, según lo explica el material hemorográfico, así como la Guía Económica y Social del Estado Lara, editada para la ocasión.
El historiador marxista británico Eric Hobsbawn en su obra “La Invención de la Tradición” expone que las tradiciones tienen una carga simbólica y de significados que son sólo entendidas por un pueblo, que están cargadas de emocionalidad y que tienen sus estatutos y objetivos. En fin, las tradiciones manejan relaciones de poder y están entrelazadas con los sucesos que los ciudadanos llevan en su memoria histórica que pasa de generación en generación, teniendo una carga de afecto. Estas usanzas unen a un pueblo, alimentan el nacionalismo y sus símbolos que en consecuencia son: “ejercicios de ingeniería social”.
Para el caso que estudiamos, lo anterior calza perfectamente con los objetivos de los actos conmemorativos. Además, se debe acotar que en Septiembre de 1952, la situación política nacional se basaba en el desarrollo de una campaña electoral (culminada en noviembre de ese año) para elegir los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, cuya función principal sería elegir un presidente provisional en un plazo de 40 días y redactar la nueva constitución. Para el momento de la conmemoración se mantenía en el poder la Junta de Gobierno constituida por el Dr. Germán Suárez Flamerich (Presidente), el Coronel Marcos Pérez Jiménez (Ministro de la Defensa y hombre fuerte del movimiento) y el coronel Luis Felipe Llovera Páez (Ministro de Relaciones Interiores).
Cabe destacar que todo este programa de país germinado del seno de las Fuerzas Armadas, tenía como base una nueva ideología: el nacionalismo militarista. Al respecto, el historiador Rafael Cartay mantiene que los militares mantuvieron su incursión en la política a principios y mediados del siglo XX dando cuerpo a lo que posteriormente se llamó “militarismo desarrollista”, el cual en opinión de este investigador fue: “una variante del nacionalismo militar que llegó al extremo de desplazar del poder importantes movimientos populares inspirados en líderes civiles”.
Este panorama no sólo se presentó en nuestro país. El periodo pérezjimenista formaba parte de una red de gobiernos dictatoriales que se habían implantado en Latinoamérica, conocida como la “Internacional de las Espadas”, pues la situación que se dio en Venezuela se repitió en otros países de la región como producto de las políticas norteamericanas que buscaban en bloque la lucha anticomunista y el fortalecimiento de la Guerra Fría, de acuerdo con el historiador Freddy Rincón Noriega.
A raíz de este momento histórico, Venezuela experimentó una serie de transformaciones como el crecimiento de sus ciudades, sus modificaciones urbanas y éxodo de sus nuevos habitantes quienes abandonaron las zonas rurales porque la actividad agrícola agonizaba ante la creciente renta petrolera.
Asimismo, esta investigación pretende destacar la participación de “una elite alterna” que fue decisiva para el desarrollo de la ciudad, la cual se conformó a partir de los años cuarenta, según la investigación efectuada por el historiador Francisco (Larry) Camacho titulada: “Redes sociales, elites y poder político en el estado Lara: El Club del Comercio de Barquisimeto 1936-1958”, Tesis de Maestría que es producto del Programa de Maestría en Historia UCLA-UPEL (2005) y que próximamente será editada por la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”.
Muchos de estos integrantes de la elite alterna, grupo social que no tenía linaje con las familias acaudaladas, pero destacaron su apellido al conseguir una prosperidad económica, trabajaron en la junta Pro-cuatricentenario, organización encargada de preparar la referida fiesta. Un representante de la Iglesia fue el presidente: Moseñor Críspulo Benítez Fonturvel, obispo de la Diócesis de Barquisimeto. Junto a él organizaron la festividad Antonio Pineda Castillo (miembro de la Junta Directiva del Concejo Municipal), el Dr. Virgilio Torrealba (profesor y escritor), el industrial y comerciante Eduardo Loeb, quien fundo la primera fábrica metal-mecánica en Barquisimeto, Miguel Antonio Guerra Falcón, Cruz Duque (uno de los primeros industriales del país, dueño de la Galletera El Ávila), Marcial Garmendia (quien fue Jefe Civil), Carlos Guillén, Ramón Pérez y Eligio Macias Mujica (secretario de la Junta y periodista del diario El Impulso) . Podemos decir que algunos de los señores mencionados pertenecieron al Club del Comercio, Leones, Centro Social el Country Club.
Asimismo, el Dr. Carlos Felice Cardot y Esteban Agudo Freítez, presidentes del estado Lara entre 1948 y 1952, formaban parte de la junta como miembros honorarios, estableciéndose un enlace directo con Miraflores. De estos dos personajes se expresa que su vocación no era la política, sino la vida intelectual, el trabajo de cultivar el pensamiento para ser mejores.
En opinión de los entrevistados como Esteban Rivas Marchena, Milagro Camejo Octavio y su eterna amiga Yolanda Camacho, el liderazgo de los cincuenta tenía como hilo conductor el amor por la ciudad, se caracterizaban por ser personas muy honestas. Eran soñadores del progreso, que colaboraban con cualquier gobierno si en definitiva la ganadora era Barquisimeto.
En esa Venezuela se hicieron gestiones importantes para instalar el progreso. Ellos lucharon por el progreso, una consigna gritaba por los intelectuales venezolanos positivista de finales del siglo XIX y por los pensadores que escribieron cómo rehacer el país, tras la muerte de Juan Vicente Gómez.
Nos quedan demasiadas ideas por expresar sobre este amplio tema. La fiesta cuatricentenaria tejió un imaginario de cemento, fiesta cívica y religión que hoy va más allá de observar El Obelisco. Los cincuenta nos dejó una Patrona Nacional: la Virgen de Coromoto, una impresión de la nacionalidad que tiene como centro al Libertador Simón Bolívar, una cantidad de edificaciones urbanas que en Barquisimeto no han sido declaradas como Patrimonio, además de una serie de ideas sobre la modernidad que tenían un inconfundible aire norteamericano.

Lic. Natalia Galvis Catarí
taya009@hotmail.com


COMIDA LENTA EN LARA - VENEZUELA



Convivium Slow Food Lara

Conformada en Lara Fundación
que promueve la comida lenta



Por: Natalia Galviz Catarí



Desde esta semana el nombre del estado Lara se puede divisar en la página web de la Organización Internacional Slow Food (comida lenta), como una tierra en la que existe el Convivium Slow Food Lara, agrupación que tiene como norte luchar porque se mantengan vivas las tradiciones alimentarias locales, aquellas que cada día son menos preferidas en el menú de nuestras presurosas vidas, resuelto en muchos casos con un combo de comida rápida, cuyas bases nutritivas son casi nulas por ser ricas grasas, azúcares, productos animales y sodio.

Juan Alonso Molina, historiador e investigador afanoso de la cocina larense, aseguró que el Convivium, palabra latina que significa banquete, forma parte de los 850 Convivia Slow Food que trabajan en todo el mundo con una filosofía muy solidaria: “el consumo de un alimento bueno, limpio y de adquisición justa por parte del consumidor”.

Para lograr cumplir esta meta, esta organización realizará actividades para sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de proteger la herencia alimentaria, la cual está directamente relacionada con nuestras tradiciones y cultura. Saber cuál es el origen de lo que comemos, por qué preferimos uno u otro plato y cómo nuestras elecciones alimenticias afectan el resto del mundo, son algunos de los tópicos que se deberán tratar en las diversas actividades que serán programadas.

Aprender a degustar nuestros alimentos a través de los “laboratorios del gusto”, banquetes, cata, conferencias, campañas de concientización y así como visitas a las zonas agrícolas en el estado Lara, serán algunas de las misiones que propone el Convivium, el cual en su primera reunión fue dirigida por Juan Alonso Molina, presidente; Héctor Pineda, secretario y Domingo Guaidó, tesorero.

Esta medida se torna necesaria, pues en un rápido vistazo a la red se puede observar que existen pocos lugares dedicados a nuestros alimentos. Mientras el semeruco se muestra ausente en los puestos de los mercados tradicionales de esta ciudad, en EEUU es cosechando por ser un fruto de alto contenido en vitamina C o ácido ascórbico, sustancia que favorece la cicatrización, previene el cáncer y la gripe, según lo indica el sitio en línea de la de la Universidad Centrooocidental “Lisandro Alvarado”.

Molina comentó que la idea surgió luego de una delegación larense asistiera al evento Terra Madre 2004 y a la segunda edición en octubre de 2006, siendo la ciudad de Turín (Italia),en ambas oportunidades, el escenario en el que concurrieron alrededor de 170 mil personas para asistir a esta cita gastronómica.

En esta vitrina mundial los larenses, algunos de ellos productores de cocuy del municipio Urdaneta, pudieron exhibir nuestra bebida ancestral, la cual fue un hallazgo para el público que comúnmente busca licores más conocidos como el mezcal y el tequila de México. En Turín, el Cocuy -Patrimonio Cultural del occidente Venezolano- se lució por ser un licor con propiedades medicinales como por ejemplo: el de servir como vasodilatador sanguíneo.

Terra Madre es una red mundial de productores de alimentos, cocineros, académicos y agricultores de alimentos “buenos, limpios y justos”, que busca intercambiar información sobre cientos de nobles productos alimenticios que hoy son anónimos, desconocidos, subvalorados.

Aparentemente el covivium parece ser una lucha de pocos, pero en realidad esta percepción no es así. En el año 2004 la FAO (Organización de las naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) declaró extender su colaboración al movimiento por perseguir una causa honesta y sin fines de lucro, cuya esencia es oficialmente verde por contribuir con las causas ecologistas.

Los convivium día a día se proliferan en países de tres continentes abatidos como lo son: Asia, África y América. Para que el conocimiento no se disperse fundaron la Universidad Gastrónica, con sede en Pollenzo y Colorno (Italia), la cual cada año beca a número de estudiantes que ingresan a sus filas para estudiar cómo es la comida lenta.

Esta representación larense cuenta con sobrados motivos para trabajar: promover la importancia del cocuy encabeza la lista, también entra en los primeros papeles de trabajo el enseñar a las nuevas generaciones que en el semi-árido se da una fruta llamada suspire o una nuez (la nueza) del que se extrae un aceite extravirgen de una calidad superior a los importados que conocemos.